Esa palabra

julio 17, 2014

Tomar una palabra entre los dedos, como quien se saca algo de la boca, y analizarla con curiosidad, como tratando de entender su infinito, su vacío enigmático y los miles de sentidos que alguna vez encerró.
Sentarse a la tarde, y tomar del bolsillo de la camisa esa misma palabra, que había guardado en un papel de celofán, de esos que envuelven los paquetes de cigarrillos. Tomarla otra vez y sentir su olor, respirarla hondamente, mirarla con detenimiento, escrutar su piel suave en busca de respuestas, llamado por la intriga de su naturaleza peregrina, su eco ancestral.
Cierro entonces los ojos para dejarme llevar por el humo que emana esa misma palabra cuando la pronuncio, y saboreo su perfume dulce, en el silencio de la tarde, hasta quedar dormido y soñar con esa palabra.

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